Al construir el campanario no se tuvo en cuenta al acceso para llegar a las campanas por eso al sufrir una pequeña avería hubo que montar un andamio y silenciar los toques de misa y del Ángelus durante un tiempo. Estos días ya se puede oír de nuevo el toque de las campanas que, en medio del ruido de la ciudad nos recuerdan la voz de Dios que nos invita a la oración.